
Tras todas las crisis sectoriales suelen plantear los fantasmas de la precariedad laboral, la destrucción de puestos de trabajo y las pérdidas económicas para las empresas. La flexibilidad laboral surge como una medida destinada a contrarrestar estas consecuencias y a preservar el tejido empresarial. Veamos por qué la flexibilidad laboral no tiene por qué quedar circunscrita al ámbito de las oficinas, y es tan importante y efectiva para relanzar el sector industrial.
¿Qué es la flexibilidad laboral?
La definición de flexibilidad laboral es un modelo de trabajo «a medida» convenido entre el trabajador y la empresa, de forma que el empleado, sin descuidar ni un ápice de sus obligaciones laborales, pueda atender mejor todas sus necesidades ajenas al entorno laboral.
Es, por lo tanto, una eficiente fórmula que permite a los empleados repartir mejor su tiempo entre sus obligaciones laborales y familiares, y donde también hay cabida para su espacio personal. En definitiva, se trata de ayudar al trabajador a equilibrar todas las facetas de su vida, sin que el trabajo tenga por qué ocupar todo su tiempo disponible.
Sin embargo, es habitual tender a asociar el concepto de flexibilidad con situaciones de bonanza o prosperidad. Cuando los resultados acompañan a la empresa, es relativamente sencillo que los directivos permitan a sus empleados esta conciliación a través de la flexibilidad laboral. Cuando suenan tambores de crisis, se tiende a endurecer las condiciones de trabajo, buscando recuperar la rentabilidad perdida y solicitando a la plantilla «esfuerzos adicionales y sacrificios por la compañía«.
No obstante, es precisamente en esos tiempos más duros cuando más conviene dotar de flexibilidad laboral a la plantilla. El error está en ver la flexibilidad como un premio en vez de como una estrategia de crecimiento para la organización.
Tanto si las perspectivas de negocio son favorables como si son inciertas, instaurar la flexibilidad laboral en la empresa ayuda a que los empleados trabajen más motivados. Ese es el secreto de la productividad: los trabajadores mejorarán su desempeño al sentir que sus vidas están más equilibradas y que no tienen que seguir sacrificando sistemáticamente sus facetas personales en virtud del trabajo.
¿Es posible instaurar la flexibilidad laboral en el sector industrial?
Cuando se habla de flexibilidad laboral, ésta se suele circunscribir a los entornos de oficina o de atención comercial. De alguna forma, se da por sentado que en estos tipos de trabajos es posible alterar ligeramente los horarios sin que la productividad general se resienta.
Realizar esta afirmación implica necesariamente excluir al sector industrial de los susceptibles de acogerse a esta fórmula, y «condena» a los empleados de estas compañías a unas condiciones férreas no adaptadas a la realidad laboral y personal de nuestros días.
Sin embargo, la flexibilidad laboral no solo es posible en el sector industrial, sino también sumamente recomendable, como se pudo constatar a raíz de la pandemia de COVID-19 y sus efectos en el tejido empresarial español.
La apuesta de las plantas industriales por la conservación del empleo ha sido posible gracias a la exploración de nuevas fórmulas que consiguieran repartir al máximo el trabajo entre los empleados en vez de tener que recortar puestos. Precisamente, al retener a los empleados, las empresas se han evitado farragosos procesos de reestructuración interna o posibles pérdidas de conocimiento, ese que se llevan los empleados que ya no están y que tarda tanto en restaurarse.
El empresario que sucumbe a la prematura tentación de destruir empleos, además, se acaba enfrentando a unos costes que emborronan la aparente rentabilidad que obtendría la organización tras haber recortado los costes de personal. Estos costes pueden ser directos (indemnizaciones por despidos) o indirectos (pérdida del capital humano), y ambos inciden sobre las arcas de la empresa a corto, medio y largo plazo.
Y es que la flexibilidad laboral en los entornos industriales está más que justificada precisamente por la necesidad de estas organizaciones de ser capaces de aprovechar al máximo sus recursos sin tener que prescindir de los empleados, el activo más valioso del que disponen.
Conciliación laboral y familiar: ¿cómo garantizarla en la empresa?
¿Cómo incluir el modelo de flexibilidad laboral en este sector?
Proporcionar turnos escalonados de entrada y salida
La flexibilidad laboral muchas veces se traduce en flexibilidad horaria para facilitar la conciliación de la vida laboral y la familiar, uno de los problemas más comunes entre los trabajadores de la era contemporánea.
Se aplicaría en sistemas escalonados de turnos, de modo que los empleados dispongan de horquillas de tiempo para ocupar sus puestos sin que ello conlleve la parada de la línea de producción. Para que esto sea posible, debería haber funciones asíncronas en la cadena, es decir, que no requieran la presencia de todos los efectivos en el mismo momento.
Reducir la jornada y pagar menos, en vez de despedir
También es posible llegar a acuerdos con los trabajadores recortando la duración de la jornada y los salarios, en consecuencia, como una alternativa a prescindir completamente de los empleados.
Y es que el hecho de no poder pagar el salario completo no debe ser motivo para recortar la plantilla. En realidad, esta alternativa es muy efectiva para conservar los puestos de trabajo. Una vez que pase la época complicada, la empresa seguirá disponiendo de sus empleados y éstos habrán podido seguir trabajando sin tener que sufrir unas condiciones más duras.
Trabajar cuando haya trabajo: las «bolsas de horas»
Uno de los mayores retos a los que se tienen que enfrentar los gestores de empresas del sector industrial es a los escenarios de baja demanda. Mantener la planta funcionando y pagando al personal puede ser muy costoso cuando la producción es baja.
La solución pasaría por definir «bolsas de horas», de modo que los trabajadores ocupen sus puestos durante más o menos tiempo en función de las necesidades de producción. Si un empleado trabaja más, la empresa le deberá horas o días libres; si se ha trabajado menos, el empleado deberá recuperar ese tiempo en un periodo de tiempo concreto.
La necesidad de la flexibilidad laboral queda patente también en el sector industrial. Es lógico que los empleados que puedan conciliar su vida familiar y personal con el trabajo tendrán un mejor desempeño. Con las condiciones laborales adecuadas, la empresa podrá subsistir los envites de las épocas más complicadas y rearmarse con facilidad para tomar ventaja cuando vuelvan las perspectivas favorables.